El
verano es esa época del año en la que puedes olvidarte de todo, una segunda
oportunidad para vivir lo que no se ha vivido durante el resto del año. En
resumen, es una época de libertad y calma… para casi todo el mundo.
-
¡¿QUE
LE HICISTE QUÉ?! –Victoria estaba histérica, no le importaba que los vecinos
pudiesen escuchar sus gritos.
-
Ya
te lo he dicho, fue un despiste. Llevaba doscientos años dormido, no tenía
claro lo que hacía –Daniel miraba asustado a la chica, que nunca se había
enfadado tanto con él.
-
Pues
debería pensar un poco antes de maldecir al que te despierta o conseguirás que
todo el mundo te odie. Tendrías que habérmelo contado antes, a lo mejor
habríamos podido ayudarla. Y ahora se está muriendo… ¡Por tu culpa!
-
No
es mi culpa… no del todo. Miriam fue la que la tiró a la acequia y Albert el
que intentó aprovecharse de la situación.
-
¡Que
te den por saco! ¡Vamos a buscarles!
-
¿A
estas horas? Es casi la una, no deberías andar por las calles tan…
Victoria
no esperó a que el chico terminase de hablar. Se puso unas zapatillas de correr
y salió de casa a toda la velocidad que su bajo estado de forma le permitía. No
sabía a donde iba ni tampoco cómo podía arreglar la situación, lo único que
tenía claro es que debía encontrar a su amiga antes de que fuese demasiado
tarde.
La
historia que le había contado Daniel había sido escalofriante. Ya conocía la
verdadera naturaleza del chico, pero nunca había imaginado que su vida y la de
Lucía estaban cruzadas. La enfurecía saber que no se había dado cuenta antes y
eso hizo que no parase de correr.
****Unos
minutos antes, en casa de Victoria******
La
chica entró tranquilamente a su cuarto. No había sido una noche demasiado
divertida y el aburrimiento había provocado que tuviese mucho sueño.
Como
solía pasar desde que su abuela enfermó y sus padres tenían que ir todas las
noches al hospital a cuidarla, encontró a Daniel tumbado sobre su cama
intentando contar los bultitos del gotelé.
Pero
esa noche no fue como las demás. No hablaron de lo ocurrido a lo largo del día,
ni criticaron el partido de fútbol del domingo, sino que el chico decidió
contarle una historia. Su historia. Esa que nunca había querido revelarle a pesar de confiar
plenamente el uno en el otro. Y es que esa historia era también la de Lucía.
Era ese secreto que tan oculto llevaba la chica y que hacía que no confiase en
nadie.
§
OTOÑO DEL AÑO
ANTERIOR
-
Vamos
a hacerlo, ¡será divertido! Mejor es gastar el dinero en una tontería así que
en chucherías que nos harán engordar –insistía Amaia, tirando del brazo de
Lucía.
-
Que
no, me niego a meterme en la casa de una médium de esas, puede ser peligroso.
-
¿Acaso
crees en los fantasmas? Venga, no seas cría. Va a ser una experiencia única –Ángel,
su primo y mejor amigo, sabía que era fácil que la chica se picase al llamarla
cobarde.
-
No…
no es eso –mintió ella descaradamente-. Pero hay que tener un poco de respeto
hacia los muertos, está feo jugar a invocarl…
-
¡Calla
ya! –antes de que Lucía se siguiese quejando, su amiga llamó a la puerta del
despacho de la vidente. Tenía claro su objetivo: llamar a un espíritu maligno
que persiguiese a aquel profesor que siempre llamaba a sus padres.
Entre
los dos retuvieron a Lucía hasta que se abrió la puerta de la consulta. De ella
salió una mujer gitana de unos cuarenta años que se presento como Juliana y cobró
dos euros a cada uno por dejarles pasar. Con un gesto continuo de asco en su
cara, guio a los tres amigos hasta una gran puerta de madera.
-
Aquí
es donde Madame Cosmos os atenderá. Sed respetuosos o no montéis mucho follón –dicho
esto, la mujer llamó a la puerta y volvió atrás por el oscuro pasillo.
-
¡Adelante!
–se escuchó desde dentro.
Ángel
abrió mientras Amaia se encargaba de retener a Lucía, que insistía en huir. Juntos
arrastraron a su amiga dentro del gran salón y se sentaron frente a Madame
Cosmos.
Esta
era bastante más joven que Juliana y tenía la mitad de la cara cubierta por un
velo. A su alrededor, doce velas de un color oscuro difícil de distinguir constituían
toda la iluminación de la sala. Sobre la mesa que separaba a los chicos de la
supuesta médium, unas cartas, una bola de cristal y un mantel lleno de
quemaduras daban un aspecto aún más misterioso al lugar.
-
Que
la paz sea con vosotros, jóvenes. ¿Qué deseáis hacer?
-
Nos
gustaría que invocaras a un espíritu para perseguir a uno de los profesores de
nuestro instituto –dijo Amaia, que estaba mucho más tranquila que sus dos
acompañantes.
-
¿Una
invocación? Eso es algo sumamente peligroso, pues el espíritu venido del más
allá podría volverse contra nosotros –replicó Madame Cosmos- ¿Estáis seguros de
que queréis continuar?
-
Yo
preferiría…
-
Ella
estará encantada de continuar. Ángel tampoco pondrá pegas –contesto la más
valiente del grupo antes de que los demás pudiesen intervenir.
-
Entonces
guardad silencio. Esto requiere mucha concentración.
La
médium sacó un tablero de ouija de debajo de la mesa y empezó a murmurar en un
idioma extraño. Los dos primos se agarraban las manos con fuerza y Amaia se
mordía las uñas.
La
cara de la médium, en un principio tensa, se fue relajando poco a poco. Parecía
que todo iba a salir bien pero, de pronto, las doce velas que rodeaban a la
mujer se apagaron y la habitación quedó a oscuras. Delante de los chicos se oyó
un golpe, aunque no pudieron distinguir el origen hasta que sus ojos se
acostumbraron a la oscuridad.
Donde
antes estaba Madame Cosmos, ahora se sentaba un muchacho joven de aspecto
arrogante cuyos ojos relucían con un verde sobrenatural. Dos de los chicos
salieron corriendo pero Lucía, paralizada por el miedo, había quedado delante
del ser traído por la invocación.
-
Vaya,
habéis osado despertarme para después huir como ratas… ¿Qué clase de modales se
dan hoy en día? Por cierto, no sé en que año estamos –esperó una respuesta por
parte de la chica que no llegó- Ah, veo que no vas a responder. Está bien,
tendré que divertirme de otra forma.
El
espíritu saltó varios metros hasta plantarse detrás de su víctima. Acercó su
cara a la de la chica, que de puro pánico no había podido reaccionar y,
mirándola fijamente a los ojos, volvió a hablar:
-
Sé
cómo te siente ahora mismo. Estás asustada, pero también enfadada por haber
escuchado a esa estúpida de tu amiga, y nerviosa porque no sabes lo que va a
ocurrir. Está bien, seré bueno y te lo diré. Voy a maldecirte –dijo como si tal
cosa-. Cada vez que te sientas así, en vez de quedarte paralizada como ahora,
toda tu frustración saldrá de ti… en forma de alas. Si alguien las ve, irás
perdiendo fuerza y color hasta morir o desaparecer. Hala, vuelve a casa –palmeó
la cara de la chica y esta desapareció.
Después
de esto, el espíritu suspiró y miró la sala en la que acababa de aparecer.
Hacía muchísimo tiempo que no había estado en ningún lugar. Había dedicado su
vida después de la muerte a descansar, pero esa etapa había llegado a su fin
por culpa de unos críos demasiado aburridos.
-
¿No
me he pasado un poco? –murmuró- Le he destrozado la vida a la chica, la memoria
a sus amigos y el salón a la médium. Acabaré yendo al infierno, seguro.
-
Podrías
intentar evitarlo, pero con ese mal genio dudo que lo consigas –detrás de él
apareció una chica de ojos completamente negros y pelo blanco como la nieve-
¿No te apetecería hacer por mí un trabajillo?
-
Vaya,
la última persona con la que me apetecía encontrarme. ¿Cómo te va, Dios? –la chica-Dios,
al igual que Lucía, no contestó- Veo que no vas a contestarme. No tengo nada
que hacer y supongo que no me vendría mal acumular algunos puntos de bondad
para no ir al infierno. Dime lo que tengo que hacer.
Esta
vez, la chica-Dios sí contestó. Con una sonrisa bondadosa en la cara hizo que
se formase una imagen en la pared:
-
Esta
chica también está maldita y le quedan pocos meses de vida. Es joven y no tiene
ninguna idea sobre el bien y el mal. Me gustaría que fueses su guía espiritual
y la ayudases a no ir al infierno. Vive en…
-
No
quiero más información. De hecho, no quiero volver a saber nada de ti. Solo
dime cómo se llama.
-
Su
nombre es Victoria.
Dicho
esto, ambos desaparecieron.
-----------------Nota de Sofía-------------
Ya tenéis el capítulo. Espero que comprendáis que es difícil que nos pongamos de acuerdo sobre lo que debemos escribir en esta época, ya que nos vemos poco, pero que seguiremos con la historia hasta el final.
Espero que os haya gustado el capítulo y que nos dejéis un comentario.
PD: No soy ninguna fanática religiosa, he mencionado a Dios igual que podría haber mencionado a Zeus.