Son un grupo de amigos normales que quieren disfrutar del verano al máximo. Pero no todo será fácil para la protagonista, que tendrá que guardar su mayor secreto si quiere seguir con vida. No será un camino de rosas.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 11. El porqué


El verano es esa época del año en la que puedes olvidarte de todo, una segunda oportunidad para vivir lo que no se ha vivido durante el resto del año. En resumen, es una época de libertad y calma… para casi todo el mundo.
-       ¡¿QUE LE HICISTE QUÉ?! –Victoria estaba histérica, no le importaba que los vecinos pudiesen escuchar sus gritos.
-       Ya te lo he dicho, fue un despiste. Llevaba doscientos años dormido, no tenía claro lo que hacía –Daniel miraba asustado a la chica, que nunca se había enfadado tanto con él.
-       Pues debería pensar un poco antes de maldecir al que te despierta o conseguirás que todo el mundo te odie. Tendrías que habérmelo contado antes, a lo mejor habríamos podido ayudarla. Y ahora se está muriendo… ¡Por tu culpa!
-       No es mi culpa… no del todo. Miriam fue la que la tiró a la acequia y Albert el que intentó aprovecharse de la situación.
-       ¡Que te den por saco! ¡Vamos a buscarles!
-       ¿A estas horas? Es casi la una, no deberías andar por las calles tan…
Victoria no esperó a que el chico terminase de hablar. Se puso unas zapatillas de correr y salió de casa a toda la velocidad que su bajo estado de forma le permitía. No sabía a donde iba ni tampoco cómo podía arreglar la situación, lo único que tenía claro es que debía encontrar a su amiga antes de que fuese demasiado tarde.
La historia que le había contado Daniel había sido escalofriante. Ya conocía la verdadera naturaleza del chico, pero nunca había imaginado que su vida y la de Lucía estaban cruzadas. La enfurecía saber que no se había dado cuenta antes y eso hizo que no parase de correr.

****Unos minutos antes, en casa de Victoria******
La chica entró tranquilamente a su cuarto. No había sido una noche demasiado divertida y el aburrimiento había provocado que tuviese mucho sueño.
Como solía pasar desde que su abuela enfermó y sus padres tenían que ir todas las noches al hospital a cuidarla, encontró a Daniel tumbado sobre su cama intentando contar los bultitos del gotelé.
Pero esa noche no fue como las demás. No hablaron de lo ocurrido a lo largo del día, ni criticaron el partido de fútbol del domingo, sino que el chico decidió contarle una historia. Su historia. Esa  que nunca había querido revelarle a pesar de confiar plenamente el uno en el otro. Y es que esa historia era también la de Lucía. Era ese secreto que tan oculto llevaba la chica y que hacía que no confiase en nadie.
§
OTOÑO DEL AÑO ANTERIOR
-       Vamos a hacerlo, ¡será divertido! Mejor es gastar el dinero en una tontería así que en chucherías que nos harán engordar –insistía Amaia, tirando del brazo de Lucía.
-       Que no, me niego a meterme en la casa de una médium de esas, puede ser peligroso.
-       ¿Acaso crees en los fantasmas? Venga, no seas cría. Va a ser una experiencia única –Ángel, su primo y mejor amigo, sabía que era fácil que la chica se picase al llamarla cobarde.
-       No… no es eso –mintió ella descaradamente-. Pero hay que tener un poco de respeto hacia los muertos, está feo jugar a invocarl…
-       ¡Calla ya! –antes de que Lucía se siguiese quejando, su amiga llamó a la puerta del despacho de la vidente. Tenía claro su objetivo: llamar a un espíritu maligno que persiguiese a aquel profesor que siempre llamaba a sus padres.
Entre los dos retuvieron a Lucía hasta que se abrió la puerta de la consulta. De ella salió una mujer gitana de unos cuarenta años que se presento como Juliana y cobró dos euros a cada uno por dejarles pasar. Con un gesto continuo de asco en su cara, guio a los tres amigos hasta una gran puerta de madera.
-       Aquí es donde Madame Cosmos os atenderá. Sed respetuosos o no montéis mucho follón –dicho esto, la mujer llamó a la puerta y volvió atrás por el oscuro pasillo.
-       ¡Adelante! –se escuchó desde dentro.
Ángel abrió mientras Amaia se encargaba de retener a Lucía, que insistía en huir. Juntos arrastraron a su amiga dentro del gran salón y se sentaron frente a Madame Cosmos.
Esta era bastante más joven que Juliana y tenía la mitad de la cara cubierta por un velo. A su alrededor, doce velas de un color oscuro difícil de distinguir constituían toda la iluminación de la sala. Sobre la mesa que separaba a los chicos de la supuesta médium, unas cartas, una bola de cristal y un mantel lleno de quemaduras daban un aspecto aún más misterioso al lugar.
-       Que la paz sea con vosotros, jóvenes. ¿Qué deseáis hacer?
-       Nos gustaría que invocaras a un espíritu para perseguir a uno de los profesores de nuestro instituto –dijo Amaia, que estaba mucho más tranquila que sus dos acompañantes.
-       ¿Una invocación? Eso es algo sumamente peligroso, pues el espíritu venido del más allá podría volverse contra nosotros –replicó Madame Cosmos- ¿Estáis seguros de que queréis continuar?
-       Yo preferiría…
-       Ella estará encantada de continuar. Ángel tampoco pondrá pegas –contesto la más valiente del grupo antes de que los demás pudiesen intervenir.
-       Entonces guardad silencio. Esto requiere mucha concentración.
La médium sacó un tablero de ouija de debajo de la mesa y empezó a murmurar en un idioma extraño. Los dos primos se agarraban las manos con fuerza y Amaia se mordía las uñas.
La cara de la médium, en un principio tensa, se fue relajando poco a poco. Parecía que todo iba a salir bien pero, de pronto, las doce velas que rodeaban a la mujer se apagaron y la habitación quedó a oscuras. Delante de los chicos se oyó un golpe, aunque no pudieron distinguir el origen hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad.
Donde antes estaba Madame Cosmos, ahora se sentaba un muchacho joven de aspecto arrogante cuyos ojos relucían con un verde sobrenatural. Dos de los chicos salieron corriendo pero Lucía, paralizada por el miedo, había quedado delante del ser traído por la invocación.
-       Vaya, habéis osado despertarme para después huir como ratas… ¿Qué clase de modales se dan hoy en día? Por cierto, no sé en que año estamos –esperó una respuesta por parte de la chica que no llegó- Ah, veo que no vas a responder. Está bien, tendré que divertirme de otra forma.
El espíritu saltó varios metros hasta plantarse detrás de su víctima. Acercó su cara a la de la chica, que de puro pánico no había podido reaccionar y, mirándola fijamente a los ojos, volvió a hablar:
-       Sé cómo te siente ahora mismo. Estás asustada, pero también enfadada por haber escuchado a esa estúpida de tu amiga, y nerviosa porque no sabes lo que va a ocurrir. Está bien, seré bueno y te lo diré. Voy a maldecirte –dijo como si tal cosa-. Cada vez que te sientas así, en vez de quedarte paralizada como ahora, toda tu frustración saldrá de ti… en forma de alas. Si alguien las ve, irás perdiendo fuerza y color hasta morir o desaparecer. Hala, vuelve a casa –palmeó la cara de la chica y esta desapareció.

Después de esto, el espíritu suspiró y miró la sala en la que acababa de aparecer. Hacía muchísimo tiempo que no había estado en ningún lugar. Había dedicado su vida después de la muerte a descansar, pero esa etapa había llegado a su fin por culpa de unos críos demasiado aburridos.
-       ¿No me he pasado un poco? –murmuró- Le he destrozado la vida a la chica, la memoria a sus amigos y el salón a la médium. Acabaré yendo al infierno, seguro.
-       Podrías intentar evitarlo, pero con ese mal genio dudo que lo consigas –detrás de él apareció una chica de ojos completamente negros y pelo blanco como la nieve- ¿No te apetecería hacer por mí un trabajillo?
-       Vaya, la última persona con la que me apetecía encontrarme. ¿Cómo te va, Dios? –la chica-Dios, al igual que Lucía, no contestó- Veo que no vas a contestarme. No tengo nada que hacer y supongo que no me vendría mal acumular algunos puntos de bondad para no ir al infierno. Dime lo que tengo que hacer.
Esta vez, la chica-Dios sí contestó. Con una sonrisa bondadosa en la cara hizo que se formase una imagen en la pared:
-       Esta chica también está maldita y le quedan pocos meses de vida. Es joven y no tiene ninguna idea sobre el bien y el mal. Me gustaría que fueses su guía espiritual y la ayudases a no ir al infierno. Vive en…
-       No quiero más información. De hecho, no quiero volver a saber nada de ti. Solo dime cómo se llama.
-       Su nombre es Victoria.
Dicho esto, ambos desaparecieron.

-----------------Nota de Sofía-------------
Ya tenéis el capítulo. Espero que comprendáis que es difícil que nos pongamos de acuerdo sobre lo que debemos escribir en esta época, ya que nos vemos poco, pero que seguiremos con la historia hasta el final.
Espero que os haya gustado el capítulo y que nos dejéis un comentario.

PD: No soy ninguna fanática religiosa, he mencionado a Dios igual que podría haber mencionado a Zeus.

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