- A lo
mejor deberías dejar las drogas –dijo alguien detrás de Victoria.
- Ay,
no aparezcas a etas horas de la noche hablando tan alto, que ya sabes lo mal
pensado que es mi padre –tapándose la cara con la mano derecha, se giró en
dirección al chico que había aparecido junto a su mesita de noche- Y por el
mismo motivo, no hables de drogas. Este hombre se lo cree todo –cerró la puerta
de la habitación y se sentó frente a su visitante.
Éste, miró la habitación con
sus brillantes ojos verdes, que a la chica le recordaban a los de un gato. No
le gustaba que mirase la habitación con tanto detenimiento y él lo sabía. Había
ido muchas veces allí y siempre hacía lo mismo solo para picar a Victoria,
aunque ella nunca se quejaba.
- ¿Qué
te trae esta vez por aquí? Es raro que aparezcas estando mis padres.
- Aburrimiento,
supongo. ¿No tienes nada interesante que contarme hoy? –dijo apartándose el
oscuro pelo de los ojos.
- Nada
de nada, aparte de que estoy empezando a ver visiones. A lo mejor tú eres una
de ellas… No, no lo creo. Las visiones no son tan pesadas como tú, Daniel.
El misterioso visitante la
miró encolerizado. No soportaba que dijesen que era una visión, por más extrañas que fuesen sus apariciones.
Sin despedirse de la escritora, saltó por la ventana y desapareció mientras
ésta negaba con la cabeza. Tendría que haberse desecho de él hacía mucho
tiempo, pero por algún motivo, era incapaz.
§
Aunque la noche anterior no
había conseguido dormirse hasta más de la una, atenazada por un extraño
nerviosismo, Lucía se había levantado esa mañana a las nueve. Escuchaba roncar
a Raúl en la habitación de enfrente y salió despacio para no despertarle. Se
sentó en la cocina junto a su madre, que bebía con desgana un vaso de café.
- ¿Qué
haces levantada tan pronto? –saludó Mari
a su hija. Bostezó justo después.
- ¿Te
molesto? –contestó la chica mientras buscaba el bote del Cola Cao. Su hermano
tenía por costumbre colocarlo cada día en un sitio distinto. Hoy estaba en el
frigorífico, junto a un ajo y media tortilla.
- Que
borde eres desde por la mañana temprano. ¿Me vas a ayudar a limpiar?
- ¿Es
muy necesario? Preferiría leer o bañar a Filipo.
- Sí,
y a mí me gustaría vivir en un palacio y estar casada con un millonario
“buenorro”, pero… –las palabras de su madre sacan una sonrisa a Lucía. Le
resulta gracioso lo directa que puede llegar a ser- Si quieres, despéjate hasta
la diez y luego vas al supermercado a hacer la compra. Pero creía que tu plan
del verano era quedarte aquí a ponerte blanca como un muerto.
- No
me apetece mucho… pero supongo que iré.
No tenía ganas de discutir
con su madre, y de todas formas no creía que se encontrase a ninguno de sus
amigos despierto a las diez de la mañana.
Estuvo viendo la unos
dibujos animados bastante obscenos en la televisión hasta que llegaron las diez.
Mari, muy puntual, entregó el carro de la compra, el monedero y la lista a su
hija y apagó la televisión. Por fin había conseguido que Lucía saliese de casa
después de varios meses en los que solo había ido a la escuela. Le pareció un
momento tan importante que estuvo a punto de despertar a su hijo, pero prefería
tenerlo dormido hasta tarde. Era un chiquillo demasiado nervioso.
- No
tardaré mucho, mamá –se despidió la chica.
- Más
te vale, con este calor, te va a dar una insolación si vuelves muy tarde.
Lucía salió de la casa y
miró al sol. Aunque aún era temprano, éste golpeaba con fuerza su rostro. Pasó
tanto rato mirándolo fijamente, que cuando despegó la vista de la estrella
estaba completamente deslumbrada. Decidió confiar en la poca visión que le
quedaba y continuó caminando, con tan mala suerte que no tardó ni dos segundos
en chocarse con alguien.
- Ay…
disculpa, ¿te has hecho daño? –pidió perdón, sin ver demasiado aún e intentando
levantarse.
- ¡Hey,
Lucía! ¡Cuánto tiempo! Quedas perdonada –le tendió la mano el chico para
ayudarla a ponerse de pie.
“Oh, que mala suerte”, pensó
la chica. Ella creía que no se toparía con ninguno de sus dormilones amigos a
esas horas de la mañana, pero nada más salir había ido a golpearse con el catalán.
Seguro que ahora la sometería a un montón de preguntas por no haber estado ayer
en el rencuentro.
Sin embargo, la chica se
había equivocado completamente. Las siguientes palabras de Albert tenían algo
que ver con ese tema, pero no era lo que ella había esperado:
- Ayer
no pude presentarme al rencuentro, hubo un problemilla cuando acababa de llegar…
¡no veas la que se lio! Pero, cuéntame ¿qué tal lo pasasteis?
Por desgracia para la chica,
su amigo comenzó a seguirla. No quería darle explicaciones, pero tampoco estaba
bien ignorarle. Decidió contestar algo que no diese lugar a muchas más
preguntas:
- Yo
tampoco pude ir, me dolía la cabeza.
- Oh,
que pena. Tendremos que esperar hasta que salgan los demás para enterarnos de
los detalle. Los últimos en llegar hemos sido los primeros en encontrarnos. ¿Lo he expresado bien? ¡Ay, espera!
El chico se dio la vuelta y
corrió a la casa de su abuela, situada justo al lado de la de Lucía. Gritó a la
mujer que iba a acompañar a Lucía y corrió junto a la chica, que había seguido
avanzando para intentar librarse de él.
Caminaban los dos juntos,
pero ninguno decía nada. El catalán se sentía cómodo caminando lentamente por
las calles de aquel pequeño pueblo, pero para Lucía era desagradable aquel
silencio. Temía que el chico pudiera romperlo para hacer preguntas incómodas.
Pensó en un posible tema de conversación que no diese demasiados problemas y
preguntó al chico por lo ocurrido en el aeropuerto la tarde anterior.
- Ah,
aquello –rio el chico-. Llevaba una caja de petardos en el bolsillo y…
Mientras Albert narraba su
contratiempo, Lucía le observaba por el rabillo del ojo. Había crecido mucho
desde el año anterior y estaba bastante más guapo. Tenían la misma edad, pero
el chico había tardado más que ella en alcanzar la adolescencia. Ahora, podría
haber pasado perfectamente por uno de esos actores juveniles tan aclamados.
“Quizás debería salir más a
la calle, esto debe ser bueno para la vista –al darse cuenta de lo que estaba
pensando, sonrió interiormente-. Bah, deja de pensar tonterías, Luci” –se reprendió.
Aun así, tenía claro lo que
haría ese verano. Aunque no le quisiese aceptarlo, quería conocer mejor ese verano
al chiquillo tímido que pasaría allí tres meses.
-----------Nota de Sofía-------------
¿Qué tal, gentecilla? No me ha quedado nada mal éste capítulo, me gusta bastante. Y del dibujo solo tengo que decir que tanto a Andrea como a mí se nos cae la baba. Me gustaría que alguien así viviese cerca de mi casa.
Respecto a la nota de Andrea, tengo que decir que hoy no habrá. Se ha ido a la playa y no volverá hasta el lunes, pero sé más o menos lo que quería deciros:
"Hola, gracias por leer la historia. Me he hecho una página en tuenti con una novela propia, se llama "Diario de un sitio desconcertante", echadle un vistazo"
Pobrecilla, le hace ilusión, pasaos por su página. Creo que la historia merecerá la pena, para eso está aprendiendo de la mejor (jiji)
No me enrollo más. Espero que os haya gustado el capítulo. No olvidéis comentar.
Me ha gustado mucho,aunque aun me lío un poco con tanto personaje jaja , estoy deseando el siguiente capitulo
ResponderEliminary por cierto,el fallo era mio,no se que hice en mi cuenta,pero ya esta ya puedo comentar :D
Creo q hare un apartado llamado "personajes" para aclarar dudas.
EliminarMe alegro de q te haya gustadoy de q ya puedas comentar ^^
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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EliminarQ bien esta ep capitulo a q si...espero q visiteis mi pag en tuenti "Diario de un sitio desconcertante"
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