Son un grupo de amigos normales que quieren disfrutar del verano al máximo. Pero no todo será fácil para la protagonista, que tendrá que guardar su mayor secreto si quiere seguir con vida. No será un camino de rosas.

sábado, 21 de julio de 2012

Capítulo 5 - Bailar pegados


Al día siguiente, por unos motivos u otros, nadie apareció por la calle.
Lydia estaba enfadada con Manolo, muy, muy enfadada. Menos mal que su hermano había vuelto antes que ella a casa, si no habría presenciado una escena romántica-violenta no apta para menores de edad.  ¿Qué clase de avenate habría impulsado al chico a besarla justo frente a su puerta? Podrían haberla visto sus padres, hubo suerte de que estuviesen en el patio con unos amigos. No solo habría tenido problemas por eso, también por la fuerte patada que dio al chico en sus “partes flojas”.
Lucía y Raúl estaban visitando a su padre, que estaba trabajando en un bar del pueblo vecino desde que se separó de su madre. Pasaron todo el día con él.
Victoria fue con sus padres a ver a su abuela, que estaba enferma. Aunque su visita fue bastante corta, la deprimían tanto los hospitales que pasó la mañana encerrada en su cuarto escribiendo.
Los hermanos Matagatos habían salido, pero al ver que no había nadie se quedaron en casa haciendo los deberes del verano. En realidad, Manolo estuvo bastante más centrado en hacer un dibujo de Lydia que en los ejercicios de matemáticas.
Miriam y Claudia tuvieron una barbacoa y se quedaron en casa para recibir a los invitados.
Y, por último, Albert se sentía sin fuerzas para salir a la calle. Le daba vergüenza volver a encontrarse con Lucía después de su pérdida de control del día anterior. No quería incomodar a la chica más de la cuenta y prefirió dejar que el tiempo calmase la situación.
§
Por la noche, la situación fue completamente distinta. Alejandra, muy ilusionada, iba de casa en casa de sus amigos llamando a las puertas y metiendo papelitos por debajo.
Victoria fue la primera recibir a la chica, pues estaba a punto de salir cuando metió el papelito por debajo. Abrió tan de repente que la niña se asustó y salió corriendo, pensando que era el padre de su amiga, casi siempre enfadado. Pero la mayor no tardó en agarrarla por el cuello del vestido y atraerla hacia sí, con cara de enfado.
-¿Qué narices estabas haciendo metiéndome basura por debajo de la puerta? Ya sabía yo que en tu familia estabais chiflados. El abuelo mata gatos, ella no sabe lo que es una papelera…
- ¡Que no es eso, Vicky! Es que mi abuela se ha empeñado en que montemos una fiesta con música y todo, para celebrar que hemos vuelto a vernos. Nos prestan el patio y la cocina.
- ¿Una fiesta? ¿Cuánto pagarás por mi presencia allí? –Bromeó la chica- Anda, vamos, te acompaño a repartir las invitaciones y a llamar a los otros. Aunque como haya que esperar a que Lydia y Lucía se arreglen, tendremos que hacer la fiesta el año que viene.
Alejandra ríe y camina junto a su amiga. Pronto llegaron a la casa de Lucía, de la que salían fuertes gritos. La madre parecía estar realmente enfadada con Raúl, al que se oía llorar desde lejos. Decidieron ir un poco más tarde, asustadas por los gritos. Fueron a la casa de Albert, que estaba justo al lado, y salió a recibirles su abuela.
-       ¡Ay, niñas, hola! –las saluda, contenta. Era una mujer muy alegre y parlanchina- ¡Albert, mira, han venido tus amigas! ¡Que grandes se han puesto!
El chico salió de detrás de su abuela, corriendo y miró a las chicas como buscando a alguien. Puso cara de pena al no descubrir a Lucía entre ellas, pero aun así fue con ellas. Mientras caminaban en dirección a la casa de Lydia, explicaron al chico lo de la fiesta. Se le veía ilusionado.
-       ¿Y no vais a invitar a Lucía? –preguntó con tono inocente. Victoria se rio y empezó a darle codazos- Hay, quita, vieja pesada –tiró del flequillo plateado de la chica, que  empieza a peinarse rápidamente. Le molestaba mucho que tocasen su extraño pelo.
-       Estaban dando voces en su casa. Y ya sabes cómo es Mari cuando se enfada… -Alejandra hizo como que temblaba.
Mientras conversaban, llegaron a la casa de Lydia y Víctor. En lugar de llamar al timbre, continuaron con su mala costumbre de todos los veranos. Se ponían todos en fila y gritaban los nombres de los hermanos, llamando no solo su atención, sino la de todos los vecinos.
-       ¿Ya estáis chillando otra vez? ¿A que os tiro algo? –gritó el niño con tono amenazante. Después, se dirige a su hermana también a gritos- ¡Tonta! ¿Por qué me pegas?
-       No chilles, que pareces un loco… -la chica termina de quitar los muchos cerrojos de la puerta y aparece ante ellos, al lado de su hermano.
Bajó las escaleras, al igual que Albert, buscando algo con la vista. Al contrario que el chico, pareció  relajarse cuando no encontró lo que buscaba.
Así, fueron pasando por todas las casas recogiendo a sus amigos. Incluso consiguen sacar a Miriam y Claudia de la barbacoa, donde se estaban aburriendo mortalmente.
Ya solo faltaba Lucía, pero por algún acuerdo silencioso entre los amigos, se las apañaron para dejar a Albert solo frente a la puerta. Se les escuchaba reír detrás de un coche que había aparcado cerca. El catalán maldijo su suerte, pero esperó a la chica con su mejor sonrisa. En realidad, tenía muchas ganas de volver a hablar con ella.
Se abrió la puerta y el corazón de Albert latía cata vez más rápido. Alguien salió de detrás de la cortina y le abrazó.
-       ¡Victoria! ¿Has venido tú sola? –Raúl sube la vista para mirar a la persona a la que ha abrazado. Lo normal sería que Victoria le hubiese empujado hacia atrás… pero no era Victoria- ¡Ay! ¡Quita bicho! Me había parecido verte el pelo gris –se aparta del catalán con cara de asco.
-       Que bonito recibimiento. ¿Está tu hermana? Vamos a hacer una fiesta en casa de los Matagatos.
El niño entró fastidiado en casa para buscar a su hermana. Mientras, el resto del grupo salió de detrás del coche. Víctor, Miriam y Lydia estaban muertos de risa, pero Claudia refunfuñaba algo  como “¿qué tendrá la loca esta que tanto le gusta?” y pisó a Victoria, que le retorció el  brazo.
Cuando salió Lucía, el saludo no resultó tan divertido como esperaban sus retorcidos amigos. Se comportaba con normalidad, intentando ignorar a Albert. No le hizo mucho caso y empezó a hablar con las mayores sobre lo que habría en la fiesta. De vez en cuando, Alejandra intervenía y explicaba algunos detalles, pero los otros cuatro (Albert, Víctor, Claudia y Raúl) no intervenían en la conversación.
No tardaron en llegar a la casa de los Matagatos, cuyo patio estaba engalanado con guirnaldas y una gran radio roja. Manolo y su abuela esperaban sentados en el patio, junto a una mesa llena de bebidas y aperitivos. El chico se sonrojó al ver a Lydia, pero ella optó por hacer como Lucía e ignorarle, aunque cuando fue a coger una lata de Coca Cola, no pudo evitar que la cogiese de la mano. A la fuerza, la llevó a la cocina para intentar aclarar lo sucedido la otra noche.
Mientras, Alejandra trasteaba entre los discos que habían preparado sus abuelos, sin encontrar nada que les gustase. Todo era música de esa que ponen en la feria para que bailen los ancianos. Cansada del poco ambiente que había, Miriam se subió a una silla e intentó llamar la atención de sus amigos, que la miraron sorprendida. No era normal que la mayor y más tímida del grupo hiciese esas cosas.
-       ¡Oídme! Aquí solo hay música del año de la pera, ¿qué os parece si hacemos cómo si fuéramos de esa época? En plan teatro.
-       ¡Buena idea! –gritaron Claudia y Víctor, entusiasmados.
Albert no perdió la oportunidad. Cogió de la mano a Lucía y le pidió que bailase con él en un gesto más propio de la edad moderna que de los años 50. Pero ella no se lo pensó mucho. Aunque aún se sentía algo nerviosa cuando estaba con el chico, le apetecía de verdad bailar con él.
Empezó a sonar un pasodoble de Juan Leguido, llamado “El beso”. Nadie se vio de dónde salían Manolo y Lydia, pero empezaron a bailar también. Era una escena realmente bonita, todos parecían muy felices bailando. Al final, se unieron también las parejas formadas por Raúl y Claudia (después de que ella suplicase largo rato) y Alejandra y Víctor. Miriam y Victoria se quedaron algo apartadas, comentando los pasos de unos y otros.
-       Pareces una vieja, con esos pelos teñidos de gris y sentada mientras los demás bailan. Podrías disfrutar un poquito con los demás, Raúl mataría porque bailaras con él.
-       Yo bailo muy mal, Miriam y además me canso con mucha facilidad.
-       Sí, sí, claro. En realidad es que te has buscado algún novio por ahí y no quieres bailar con nadie que no sea él.
La del pelo plateado no contestó, pero intentó ocultar la cara bajo su largo flequillo. Se había puesto roja.
La velada transcurrió pacífica, todos se habían divertido mucho. A las doce cada uno volvió a su casa, dejando el patio de los Matagatos bastante sucio. Pero Alejandra no se preocupaba por eso y Manolo se sentía la persona más feliz del mundo. Despidió al resto gritando con alegría.
§
“Bailar bajo la luna con el amor de tu vida. ¿Qué más se puede pedir?” pensaba Victoria mientras buscaba en su armario algo cómodo para dormir. Como ocurría últimamente todas las noches, Daniel no tardó en aparecer.
-       Se te ve triste. Además, no has bailado. Tienes que aprovechar tu vida, Vic. Sabes que es corta.
-       ¿Yo? No sé bailar, habría hecho el ridículo. Y el único que quiere bailar conmigo es Raúl… si acepto le daré falsas esperanzas. No quiero que se ilusione.
-       Por la forma en que lo dices, te has quedado con toda la gana de bailar. ¿Y quién dice que es Raúl el único? –se acercó a ella, que no se inmutó.
-       Vamos, está claro que soy demasiado extraña para llamar la atención de nadie… ¡hey, estate quieto! –regañó al chico, que había cogido su móvil sin permiso. Empezó a rebuscar en él hasta que dio con lo que estaba buscando.
En la habitación empezó a sonar la canción We are Young, de Fun. Daniel lanzó el móvil sobre la cama y agarró a la chica por las manos. Sin que ella pudiera resistirse, la apretó contra si y empezó a bailar. Victoria tardó poco en relajarse y dejarse llevar por la música y el suave balanceo del cuerpo del chico.
Aquella canción parecía haberse escrito para ellos, y estaba dispuesta a disfrutar de ese momentito de gloria.



--------------Nota de Sofía----------------
Que lindo es este capítulo. Nos encanta a las dos. Esperamos que a vosotros también os haya gustado y que no olvidéis comentar :) Gracias por leer nuestra historia
-----------Nota de Andrea-------------
Hola, soy Andrea. Estoy muy contenta de que nos sigáis. Este capítulo es super romántico y estoy muy orgullosa de que nuestra historia vaya tan bien ^^

4 comentarios:

  1. Ooooh qe boniitooo!! Yo me voi a bailar con ellos un paso doblee jajaja ... em... le dibujo se supone qe bailan?? Aaah... qe kukooos todos (: espero el sexto con impacienciiaa jeje mui bueno y en este si tiene la chispita esaa

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    1. Este dibujo era para otro capitulo, pero me hacia ilusion subirlo. No estan bailando (menos mal, si no seria un baile horrible xD)
      Creo q este capitulo es mi favorito, tenemos q conseguir q todos queden asi ^^

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  2. OOO que bonitooo :) espero el siguiente!

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    1. Nos alegramos de que te haya gustado ^^ No tardaremos en subir el 6

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